Yoga en el trabajo

Las tareas sedentarias, los espacios incómodos, la sobrecarga de trabajo y las exigencias profesionales pueden convertir un trabajo soñado en una pesadilla. Frente a esto, una actividad como el yoga puede ser un gran aporte a la salud de los trabajadores y cada vez son más las empresas que ven sus beneficios. En esta nota te contamos de qué se trata.

El yoga como práctica saludable

El yoga, palabra que en sánscrito significa unidad del cuerpo y el alma, es una práctica física, mental y espiritual que se origina en la India. En la actualidad, el yoga es practicado con diversas metodologías, lo que da lugar a diferentes tipos de yoga como el Ashtanga yoga, el yoga Kundalini y el Hatha yoga, que es el más popular en nuestro país.
El yoga supone variados beneficios tanto físicos como mentales. En cuanto al aspecto físico, el yoga mejora la elasticidad de las articulaciones, la flexibilidad muscular y ayuda a aliviar dolores posturales y crónicos. En cuanto a la salud mental, el yoga contribuye con el manejo de la ansiedad, la disminución del estrés y el equilibrio anímico.

Yoga en ambientes laborales

Practicar yoga puede resultar una opción beneficiosa en el mundo laboral. No solo aporta a la salud de los trabajadores, sino que también porque puede contribuir con la concentración, mejorar el clima de trabajo y prevenir enfermedades futuras (sobre todo en los trabajos sedentarios). Es por esto que algunas empresas están incorporando una práctica de yoga a la semana como parte de la rutina de los trabajadores.
Si bien no todos los espacios laborales son adecuados para practicar yoga, a veces en pequeñas áreas pueden llevarse adelante algunos ejercicios que nos hagan sentir mejor. La profesora Bárbara Gonzalez (https://www.instagram.com/barbaragonzalezyoga/) nos ofrece algunos ejercicios sencillos para realizar en ambientes reducidos.


Primer ejercicio: sentados en el borde del asiento, con la espalda lo más derecha posible, realizar movimientos de cuello y hombros. Llevar el mentón en dirección al pecho, volver al centro. Ir con las orejas hacia los hombros, como si quisieras tocarlos. Luego inclinar la cabeza un poco hacia atrás. Esto se puede repetir de tres a cinco veces. Luego rotar la cabeza en ambos lados, como si dijeras que no, repetir algunas veces también. Volver al centro y seguir con rotaciones de hombros hacia atrás, dejando los brazos y las manos relajadas.


Segundo ejercicio: desde la misma posición elevar los brazos, tomarse de una muñeca y dejar que el torso se mueva hacia ambos laterales, sintiendo el estiramiento en la zona de cintura y costilla.


Tercer ejercicio: Ponerse de pie, mirar el respaldo de la silla tomando una distancia del largo del brazo, elevar los brazos y dejar que, desde las caderas, el torso se empiece a inclinar hacia adelante y las manos busquen el respaldo. Mantener brazos en extensión, dejando así que la espalda se estire poco a poco y flexionando levemente las rodillas.


Cuarto ejercicio. De pie, colocar las manos en los hombros con los codos flexionados apuntando hacia afuera. Desde la cintura, rotar el tronco hacia atrás buscando que la espalda y la columna giren sobre su propio eje. El cuello y la cabeza acompañan al movimiento.


Importante: Todos los movimientos anteriores deben acompañarse con la respiración suave
por la nariz. Con las inhalaciones y las exhalaciones ayudamos al cuerpo y a la mente a
relajarse.

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