A partir de la alerta que despertó la campaña
“La salud se cuida con matrícula” en el área de Nutrición, reflexionamos sobre
el rol que juegan las redes sociales en nuestra salud: ¿por qué se escucha más
a instagrammers que al personal médico?
Cambiar una dieta, tomar un medicamento, modificar la rutina de
ejercicio, consumir un suplemento dietario o recurrir a un tratamiento
alternativo. ¿Qué puede motivar estas acciones? ¿Qué consejo se sigue a la hora
de determinar cómo mejorar el estado de salud o aliviar un padecimiento físico?
De acuerdo a una encuesta publicada por la American Academy of Family Physicians (AAFP), el 32% de las 2200 personas encuestadas tomó alguna medida
vinculada a la salud basándose exclusivamente en información que había leído en
Internet. A su vez, el 15% de quienes tienen hijos menores de edad han
diagnosticado autónomamente un problema de salud, siguiendo datos que obtuvieron
en las redes sociales. Lo cierto es que las redes sociales se han vuelto
centrales en nuestras vidas, y la salud no es una excepción. Pero, ¿es fiable
la información médica que circula en ellas?
Hace pocos días, se lanzó en Instagram una campaña destinada a generar consciencia sobre los riesgos que
implica tomar como fuente única de consulta aquella información publicada en
Internet. Específicamente, el lema “La salud se cuida con matrícula” propuso
llamar la atención sobre los daños que puede generar al organismo seguir
consejos nutricionales de personas que no son profesionales de la medicina sino
influencers. “Seamos cuidadosos, criteriosos, responsables a la hora de informar
y de también hacer valer nuestra profesión”, reza uno de los comentarios que
responden al post de la campaña difundida por la Dra. Mónica Katz. “Las únicas capacitadas para hablar de nutrición y alimentación somos
aquellas personas que dejamos años de nuestras vidas estudiando en la UBA”,
agrega otra seguidora. La alerta por el cuidado médico va de la mano de una
defensa a la propia profesión en la campaña que se proclama “Contra el
Intrusismo” y que eligió el hashtag #noalintrusismoprofesional.
Pero la valorización del trabajo profesional no es el único problema. La
autonomía de los pacientes, si bien es útil a corto plazo, puede tener
resultados desfavorables e incluso contrarios al objetivo perseguido. El blog Scientific American llama la atención sobre la incidencia perjudicial de las y los
influencers en temas vinculados a la salud. Según explica Soumya Rangarajan,
uno de los problemas centrales es la gran legitimidad que adquieren las
personas en las redes por el solo y único hecho de tener una gran cantidad de
seguidores. Esto genera que se adopten consejos de alguien no por sus
conocimientos sobre el tema sino por la valoración de su imagen. Un caso extremo
de esta influencia es lo que se llama “efecto contagio”: las redes se vuelven
peligrosas cuando se logra difundir muy fácilmente información falsa, por
ejemplo, sobre determinado virus. Al respecto, un estudio de la Universidad de Buffalo, Estados Unidos, ha
demostrado que, para definir cuán confiable es la información que circula en
las redes, las personas se basan en el número de “amigos” virtuales o en la
foto de perfil de quien difunde esa información.
No
todo es negativo
Aunque hay buenas razones para
pensar que las redes sociales van en detrimento de los cuidados de salud de la
población, también pueden ayudarnos a cuidarla.
Algunas voces señalan que el uso
de redes sociales tiene un impacto positivo en la salud. Según Nu Image Medical, la interacción en Twitter,
Instagram o Facebook puede aumentar los conocimientos y permitirle a cada
paciente asistir con más preparación a las consultas médicas. Internet se ha
vuelto una herramienta democratizadora que habilita el acceso a saberes que
antes eran completamente ajenos, por ejemplo, sobre las afectaciones y sobre
los posibles tratamientos. Pero ¿cuán favorable es el acceso a información
médica por fuera de un espacio profesional? Un estudio de la Universidad de Groningen, Países Bajos, demostró que el
uso de redes sociales cambia favorablemente las relaciones entre médico y
paciente. Gracias a las redes, la comunicación se vuelve más equitativa ya que
las personas tienen más claridad para comprender y para hacer preguntas a su
profesional de cabecera. Quizás sea esta la razón por la cual el 54% de las
personas encuestadas en el estudio publicado por AAFP expresó sus deseos de poder “seguir” o “ser amigas” de sus médicos en
las redes. Más aún, el 65% de los millennials y el 43% de todos los adultos
creen que es apropiado contactar a profesionales de la salud a través de las
redes sociales, ya sea mediante la lectura de recomendaciones en sus posteos
(en el muro de Facebook, por ejemplo) o mediante el intercambio de mensajes
directos. Es necesario remarcar este uso de Internet: las redes, según lo
mencionado, se presentan como complementarias o como apoyo de los saberes
profesionales, y no como reemplazo.
Es importante discriminar entre
las distintas formas de consumir información médica en Internet. No es lo mismo
consultar en un blog qué medicamento tomar que averiguar entre tus contactos si
tal o cual centro de salud brinda una buena atención. De hecho, varias personas
sostienen que las redes sociales les ayudan a elegir prepagas y centros
médicos. El sitio de PwC señala que el 49 % de las personas usa las redes para intercambiar
opiniones y leer diferentes experiencias sobre servicios de salud. Y el 29%
interactúa en las redes con pacientes que padecen su misma enfermedad, por lo
cual conoce vivencias, consejos y perspectivas sobre su condición.
Pero la interacción digital no
solo puede ayudar a pacientes sino también al personal de salud y a equipos de
investigación. El documental de Netflix “Diagnóstico: casos sin resolver”
muestra cómo la comunidad virtual se reúne para descubrir enfermedades
difíciles de diagnosticar y, de esta forma, se logra avanzar en el tratamiento.
En suma, Internet es una
herramienta poderosa que, como tal, puede generar tantos beneficios como
perjuicios. Lo central es saber usarla. Sobre esto, Soumya Rangarajan señala que cada vez es más común que en las escuelas
de medicina se estudie “profesionalismo online”. Las personas seguirán
usando las redes sociales que las ayuden a lograr más autonomía y, a la vez,
más comprensión a la hora de acudir a sus médicos. Influencers contratados por
prepagas, médicas que se forman en el uso de redes sociales, asesores virtuales
para buscar información sobre salud, etc. Las formas en que la medicina puede
llegar a Internet son infinitas.
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