Investigaciones en el
campo de las neurociencias muestran que jugar habitualmente en PC o consolas
modifica el funcionamiento de algunas regiones del cerebro. ¿Son positivos esos
cambios?
Desde que, en 1972, dos barras de pixeles
golpeaban una ¿pelota? cuadrada que cruzaba de un lado al otro de una pantalla
en blanco y negro (Pong), la pregunta acerca de cómo afectan
los videojuegos a nuestro cerebro estuvo dando vueltas. ¿Nos vuelven más
tontos? ¿Más inteligentes? ¿Mejoran -o empeoran- algunas de nuestras
capacidades?
Como se trata de una actividad ampliamente
difundida entre la población adulta –la edad promedio de los jugadores es de 35
años-, todo el mundo parece tener una respuesta para estas preguntas. Sin
embargo, son muy pocos quienes tienen evidencia científicamente probada para
sostener estas respuestas.
Una investigación reciente, encabezada por el
neurólogo catalán Marc Palaus, llevó a cabo una extensa revisión de 116 estudios
científicos de todo el mundo para responder estas preguntas. La revisión
permite sostener algunas conclusiones de carácter más general:
– Los videojuegos cambian la manera en que se
desempeña nuestro cerebro, e incluso su estructura. Un buen ejemplo de este
cambio se produce en cuanto a la atención, ya sea sostenida o selectiva. Las
regiones del cerebro vinculadas a la atención se vuelven más eficientes y se
activan con menor esfuerzo en los usuarios habituales de videojuegos.
– También existe evidencia de que los jugadores
habituales experimentan un aumento en el tamaño y la eficiencia de las regiones
cerebrales vinculadas a las habilidades visuales y espaciales. Por ejemplo, el
hipocampo derecho aumentó de tamaño tanto en jugadores de mucho tiempo como en
jugadores ocasionales que se ofrecieron voluntariamente para experimentos.
– No todas son buenas wp_postss: los videojuegos
pueden desatar también procesos adictivos que modifican funcional y
estructuralmente el sistema de recompensa neuronal del mismo modo que cualquier
otra adicción -como el alcohol, el tabaco o las drogas- produciendo similares
efectos cerebrales en el largo plazo.
¿Cómo debemos interpretar, entonces, esta larga
serie de cambios que los videojuegos ocasionan en nuestro cerebro? “Todavía no
lo sabemos”, dice Palaus. Siendo todavía una experiencia reciente, los cambios
que ya sabemos que ocasionan no han podido evaluarse en el largo plazo.
Mientras tanto, sabemos que los videojuegos son potencialmente benéficos para
algunas áreas del cerebro, pero contienen siempre el riesgo de la adicción.
Rp./Salud – Calidad y
Experiencia en Medicina Laboral – CONOCENOS