En salud, como en ningún otro ámbito de la vida, más vale prevenir que curar.
Varones y mujeres tenemos cuerpos y hábitos diferentes, y necesitamos distintos
controles preventivos para mantenernos saludables. Por otra parte, cada momento
de la vida necesita de un acompañamiento especial, atento a las señales que el
cuerpo puede estar dando y que sólo una mirada clínica puede captar antes de
que sea demasiado tarde.
Te presentamos, entonces, los cuidados y chequeos propios de cada momento de la
vida de las mujeres.
Entre los 20 y los 35 años
A los 20 debería comenzar la rutina del chequeo médico periódico. En esta
etapa, a menos que el médico indique lo contrario, conviene que te controles
cada dos años. Además de recopilar información acerca de antecedentes de salud
en tu familia, buscando posibles enfermedades congénitas, el profesional que te
atienda va a hacerte preguntas acerca de tus propios antecedentes clínicos:
¿Enfermedades o cirugías en la niñez o la adolescencia? ¿Embarazos
interrumpidos o llevados a término? ¿Fecha de la primera menstruación,
regularidad de los ciclos menstruales? ¿Actividad sexual?
Los exámenes físicos incluirán el peso, la altura y la presión arterial. En el
laboratorio te van a hacer análisis de orina y sangre para ver cómo están los
glóbulos blancos y rojos, el colesterol y la glucemia, además del
funcionamiento del hígado y el riñón. Seguramente te pidan un electrocardiograma
para verificar que tu corazón funcione correctamente, además de un examen
mamario y ginecológico, que incluye un papanicolau y una colposcopía para
verificar la salud de tu aparato reproductivo.
Según tus hábitos y características físicas, es posible que te pidan una
radiografía de tórax (especialmente si fumás o fumaste), un ecocardiograma (si
hay antecedentes de afecciones cardíacas) o un examen de piel y lunares (si hay
riesgo de melanoma u otro tipo de afección en la piel).
Entre los 36 y los 65 años
A partir de este momento, el cuerpo de la mujer puede experimentar cambios hormonales más o menos profundos, que culminarán con el final de la edad fértil, o menopausia, al acercarse a los 50 años. Por ese motivo, es conveniente que los chequeos indicados comiencen a hacerse de forma anual.
Es habitual que en esta etapa se realicen algunos estudios complementarios. Tu médico empezará a recomendarte exámenes para evaluar el sistema del corazón y la circulación sanguínea: una prueba de esfuerzo ergométrico cada dos años y un control con ecodoppler carotídeo (con mayor frecuencia desde la menopausia) son los más habituales. Seguramente te pedirán una mamografía (para prevenir el cáncer de mama) y una densitometría ósea (para prevenir la osteoporosis),
además de controles gastrointestinales que, en condiciones normales, se repetirán cada cinco años.
Suele recomendarse en esta etapa una ecografía abdominal para evaluar órganos internos como el hígado, el páncreas, los riñones, el útero y los ovarios. ¡A no asustarse! Se trata de estudios preventivos, que no dicen que estás enferma, sino que ayudan a prevenir o detectar a tiempo posibles complicaciones.
A partir de los 65 años
Con el correr de los años, las mujeres son cada vez más activas durante cada vez más tiempo. Lo que antes era considerado “tercera edad” es hoy una etapa más de la vida, en la que la actividad laboral puede mantenerse a la par de otras actividades.
Los controles deben hacerse, en esta etapa, cada seis meses, y no se limitan a chequeos rutinarios -como los señalados anteriormente- sino que incluyen ahora estudios específicos según las características de cada una. Con la edad aumentan los riesgos de ciertas enfermedades, sobre todo cardiovasculares, oncológicas y gastrointestinales, que pueden detectarse y tratarse a tiempo con
los actuales medios clínicos.
Cada etapa tiene sus propios controles y riesgos. Sin embargo, algunos consejos son válidos para todas ellas: mantener la actividad física y una alimentación sana es fundamental en cada momento de la vida de una persona. Eso no significa que debamos descuidar los aspectos intelectuales y psicológicos; por el contrario, los nuevos aprendizajes y vínculos interpersonales ayudan a mantener nuestra mente joven y despierta. Y una actitud optimista, el buen humor y el control sobre el estrés son ingredientes imprescindibles para una vida plena y saludable.
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