Cada vez es más frecuente escuchar de personas que son intolerantes a la lactosa y deben consumir productos especiales. En esta nota te contamos qué significa ser intolerante a la lactosa
¿Qué es la intolerancia a la lactosa?
La lactosa es el azúcar que se encuentra en la leche de los mamíferos y para digerirla, el intestino delgado necesita una enzima llamada lactasa, que la divide en dos azúcares simples. Cuando hay déficit de lactasa, la lactosa no digerida llega al colon, donde las bacterias la fermentan, produciendo gases, ácidos, agua, etc. Esto provoca los síntomas característicos de la intolerancia: distensión o hinchazón abdominal, dolor o cólicos, gases, diarrea y náuseas.
Los síntomas pueden variar dependiendo del grado de déficit de lactasa, de la cantidad de lactosa consumida y del tipo de alimento lácteo (si está fermentado o no, por ejemplo). También son influyentes otros factores relacionados con los intestinos y su microbiota. La relación entre estos factores puede hacer que los síntomas varíen de leves a bastante
molestos.
Tipos de intolerancia
Se reconocen varios tipos de intolerancia a la lactosa, según su origen:
Intolerancia primaria (o hipolactasia primaria tardía): es la causa más frecuente. Consiste en que después de la infancia va disminuyendo de forma natural la producción de lactasa. La mayoría de las personas producen menos lactasa al
crecer, y eso puede manifestarse en síntomas en la adultez.
Intolerancia secundaria: ocurre cuando alguna enfermedad, lesión o daño al intestino delgado reduce la capacidad de producir lactasa. Por ejemplo: gastroenteritis, enfermedad celíaca, enfermedad inflamatoria intestinal, daño por radioterapia o cirugía, intolerancia temporal tras infecciones intestinales.
Intolerancia congénita: es muy rara. Los bebés nacen sin la capacidad de producir lactasa, lo que provoca síntomas desde muy temprana edad.
¿Hay más intolerancia a la lactosa?
En Argentina hay estudios recientes que muestran que muchas personas reportan síntomas tras consumir lácteos, pero no necesariamente tienen un diagnóstico formal. Esto puede estar relacionado con que hoy en día tenemos más acceso a información y nos preocupamos por los síntomas digestivos, evaluando lo que comemos y sospechando algún
tipo de intolerancia. De hecho un estudio reciente en nuestro país encontró que cerca del 73% de los encuestados reportó síntomas digestivos al consumir lácteos, pero sólo el 23.8 % tenía diagnóstico formal.
De hecho, muchas personas modifican su dieta (evitando productos con lactosa) sin haber diferenciado bien entre lo que podría ser intolerancia a la lactosa, enfermedad celíaca, síndrome de intestino irritable, u otras causas digestivas.
No hay evidencia clara de que haya un gran cambio genético reciente que aumente la intolerancia en la población, sino más bien cambios en la percepción y en la dieta.
Diagnóstico y cuidados
Para detectar la intolerancia a la lactosa, los especialistas recomiendan una combinación de historia clínica, pruebas de laboratorio y, a veces, cambios en la dieta de prueba. La historia clínica permite indagar en los síntomas y, ante esto, se puede indicar una dieta de exclusión temporal de lácteos durante 1 a 2 semanas. Si los síntomas mejoran y reaparecen al
reintroducir la lactosa, se sospecha intolerancia. Es un método sencillo, pero no específico (porque los síntomas pueden deberse a otras enfermedades digestivas. Además, se puede hacer hacer un test de hidrógeno en el aliento que permite confirmar la malabsorción de lactosa. Existen otros test más complejos que suministran lactosa y miden la glucemia o
analizan la acidez en las heces.
Una vez que el diagnóstico esté confirmado, los médicos pueden sugerir la modificación de la dieta, el uso prioritario de productos fermentados (yogur, quesos maduros), que suelen tener menos lactosa, la ingesta de productos deslactosados y la incorporación de la enzima lactasa previamente a la ingesta de lácteos.
Aunque la intolerancia a la lactosa es una condición bastante frecuente, no se trata necesariamente de un fenómeno que se esté extendiendo sino que tiene mayor visibilidad. En este contexto, ante la sospecha de intolerancia es importante consultar a un profesional y seguir sus indicaciones.