El estrés térmico: los riesgos laborales de trabajar con frío

Los
riesgos laborales no sólo son específicos de cada sector o puesto de trabajo,
sino que también dependen de aspectos estacionales. En esta nota hablaremos del
impacto que tienen las temperaturas extremas.

El estrés térmico es la sensación de malestar que provoca permanecer
mucho tiempo en una temperatura muy alta o muy baja que somete a nuestro cuerpo
a un esfuerzo extra para mantener su temperatura interna. Según un estudio reciente, es responsable
de unos 60 accidentes laborales al día en España.

El estrés térmico puede tener diferentes efectos: el exceso
de sudor puede ocasionar deslizamientos en la manipulación de cargas; la
deshidratación puede producir mareos; el calor puede darnos somnolencia. De
allí que los accidentes más frecuentes en contextos de picos de temperatura
sean muy variados y difíciles de detectar, puesto que la fatiga, el cansancio y
la deshidratación pueden manifestarse al concluir la jornada laboral, o incluso
al otro día. De este modo, se puede perder el vínculo entre el síntoma y la
causa ocurrida en el entorno de trabajo.

Según ese mismo estudio, el calor afecta más a los varones,
mientras que el frío es más duro para las mujeres; esto se debe, probablemente,
a que la sudoración masculina es mayor que la femenina. Por otra parte, y de
manera quizás previsible, las temperaturas extremas afectan especialmente a las
personas más jóvenes, lo cual se deba probablemente a que se encargan de
trabajos con mayor esfuerzo físico.

El estudio realizó también un cálculo económico del costo
laboral que las temperaturas extremas tienen para los empleadores: para el caso
español, que es el único analizado, tiene un costo de 360 millones de euros
anuales.


Trabajar con frío: algunas medidas para considerar

El estrés térmico por frío puede producirse por trabajar
tanto en espacios al aire libre o insuficientemente calefaccionados, como en
lugares refrigerados, como las cámaras frigoríficas.

Los efectos de estas bajas temperaturas pueden ser:

– malestar general

– reducción de la sensibilidad y la motricidad fina

– comportamiento errático y movimientos involuntarios

– congelamiento de las extremidades

– fallas cardíacas

Para prevenir estos efectos, es importante tomar medidas
adecuadas, contando con el asesoramiento de un médico laboral y de un técnico
en seguridad e higiene cuando fuera necesario:

– Al realizar la planificación de tareas al aire libre debe
tenerse en cuenta la estación del año y las previsiones meteorológicas,
reservándolas para los meses más cálidos y las horas del día en las que el frío
es menos extremo.

– Debe tenerse en cuenta el factor térmico al establecer la
rotación de trabajadores, y no solamente el sueño o el esfuerzo muscular. Para
definir la duración de los turnos, es importante consultar a un profesional de
medicina laboral que evalúe las temperaturas, las tareas y el tiempo de
exposición.

– Evitar siempre que sea posible el trabajo en ambientes
abiertos y calefaccionar adecuadamente los espacios de trabajo para que haya
una temperatura templada constante. En exteriores se tomarán otras medidas,
como el uso de pantallas cortaviento, si fuera necesario.

– Si no puede evitarse la exposición al frío, es importante
proveer de ropa adecuada a las condiciones climáticas: que sea impermeable si
hay humedad o lluvia, que sea cortaviento y que sea abrigada. Es necesario
también proteger las extremidades con guantes, medias y calzado adecuado,
puesto que la pérdida de sensibilidad no permite detectar el principio de
congelamiento.

Debe preverse el contenido calórico y la
temperatura de los alimentos especialmente para estas situaciones, teniendo en
cuenta la carga metabólica que este tipo de tareas tiene para quienes las
realizan.

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