Te
contamos algunos mitos y verdades sobre el trasplante de órganos, un
procedimiento que salva miles de vidas cada año.
La
Organización Mundial para la Salud (OMS) celebra cada 6 de junio el Día mundial
de los pacientes trasplantados, destinado a crear conciencia sobre la donación
de órganos, que salva la vida de miles de personas cada año.
En
nuestro país, la conciencia sobre donación de órganos es cada vez mayor,
acompañada de políticas específicas como la modificación a la ley de
trasplantes que se realizó en 2018. Allí se estableció que toda persona mayor
de 18 años es considerada “donante presunto” a menos que expresamente hubiera
indicado lo contrario. Sin embargo, la cantidad es todavía insuficiente.
Uno
de los obstáculos para extender la práctica de la donación de órganos es la
desinformación, puesto que existen muchos miedos sobre el tema. Es por ello que
te presentamos 5 mitos sobre la donación de órganos, y 5 verdades que los
desmienten.
1. Si
tengo un accidente y se sabe que soy donante, los médicos no van a hacer ningún
esfuerzo para salvarme.
Es
un temor lógico: ¿cómo saber si los médicos realmente querrán salvar mi vida o
simplemente van a tomar mis órganos aun cuando podría sobrevivir? Incluso
existen historias, completamente falsas, en las que un paciente se despierta
durante el proceso de ablación.
La
verdad es que los centros de salud tienen protocolos muy estrictos para estos
casos. Sólo se puede realizar después del fallecimiento producido por un daño
irreversible en el sistema nervioso central, que se haya comprobado con estudios
clínicos y técnicos, o por el cese irreversible de la función
cardiorrespiratoria.
2. Los
médicos pueden seleccionar a quién darle los órganos donados.
Cuando
se informa de un posible donante, se pone en marcha un complejo operativo que
puede involucrar hasta a 150 personas. Durante ese proceso, los órganos en
condiciones de ser trasplantados son asignados por el INCUCAI a la persona que
esté ubicada en primer lugar en la lista de espera. No hay posibilidad de que
los profesionales puedan manipular, orientar o incluso “vender” los órganos
donados a un paciente elegido por ellos.
3. Si
tuve alguna enfermedad no puedo ser donante.
Muy
pocas enfermedades descalifican automáticamente a una persona para ser donante.
Aunque algunos órganos puedan estar dañados, otros pueden encontrarse en buenas
condiciones para ser aprovechados por una persona que los necesita. En
cualquier caso, esa evaluación es realizada por el equipo de profesionales que
interviene una vez certificado el fallecimiento.
4. Sólo
las personas de menos de 40 años pueden ser donantes.
No
existe una edad límite para la donación. Al igual que en el caso anterior, la
evaluación médica establece la viabilidad de cada órgano en particular sin
importar la edad o el historial clínico del donante.
5. La
religión no permite la donación de órganos.
Son
pocas las religiones que prohíben a sus practicantes la donación. Las grandes
religiones universales, como el catolicismo, la mayoría de las iglesias
protestantes, la mayoría de las ramas del judaísmo y el islam permiten la
donación, e incluso la alientan entre sus fieles.
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