Dietas para el otoño: que el cambio de clima no cambie tu peso

Te damos cinco consejos para
cambiar tu dieta con alimentos de estación: con el frío, ganamos calor sin
ganar calorías.

¿Por qué aumentamos de peso cuando
termina el verano?

Baja la temperatura, cambian las
frutas y verduras de estación; nos da fiaca salir a hacer actividad física y
comenzamos a consumir alimentos más calientes y, sobre todo, calóricos. Es una suma de factores que
incluye factores personales, culturales y biológicos.

En esta nota, te damos cinco
consejos para conservar tu peso y adaptarte con inteligencia al cambio de
estación.

– No confundas calor con calorías. Las
“calorías” son unidades de energía. Básicamente, expresan la cantidad de
energía que un alimento genera en un metabolismo promedio. Es muy diferente del
calor, que refiere a la temperatura
de un cuerpo (o un alimento). En otras palabras: los alimentos calóricos no
generan más calor. En consecuencia, las sopas y caldos de verduras y carnes
magras, los pasteles y budines de vegetales son excelentes opciones para
alimentarse y, a su vez, sentirnos calentitos.

– La calidad importa. No todas las
verduras son iguales. La cantidad de vitaminas y nutrientes de cada porción
depende de qué tan maduras y frescas estén. Es por eso que se recomienda
siempre consumir frutas y verduras de estación, elaboradas sin cremas ni caldos
artificiales. La manera óptima de preservar sus nutrientes y componentes
naturales es al vapor o al horno, sobre todo para consumir verduras de estación
como acelga, apio, berro, brócoli, remolacha, zanahoria, zapallos y calabazas.
En cuanto a frutas, se recomiendan las bananas, mandarinas, manzanas, naranjas
y pomelos.

–  Nunca dejes de tomar agua. La hidratación es fundamental para
mantenernos saludables y eliminar toxinas. Las infusiones calientes, incluido
el mate y el té, son una excelente opción para mantenernos dentro de los dos a
tres litros de agua diarios. Siempre tenemos que ser cuidadosos con las
gaseosas, jugos y otras bebidas azucaradas que no nos quitan la sed y, en
cambio, agregan una gran cantidad de calorías.

– ¡A moverse! Cuesta más, porque
amanece más tarde y hace más frío. Sin embargo, es clave que en las estaciones
más frías no dejemos de hacer actividad física, preferentemente bajo la luz del
sol y en situaciones de aire libre. El ejercicio nos ayuda a sentirnos mejor,
bajando los niveles de ansiedad sin recurrir a la comida y ayudándonos a
descansar mejor por la noche.

– ¡A descansar! El cambio de estación altera nuestro ritmo
biológico, porque amanece más tarde y anochece más temprano. Con frecuencia se
nos hace muy tarde viendo una serie, chateando o navegando en internet. Sin
embargo, durante la noche nuestro metabolismo se activa y quema calorías, a la
vez que nos prepara para encarar un nuevo día, lo que tiene consecuencias físicas
y mentales. Es por ello que necesitamos dormir bien, en lo posible evitando la
televisión o el celular en el momento inmediatamente anterior a dormirnos. 

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