¿Notaste
que nos sentimos mejor en primavera? ¿Más alegres, con más energía, más emprendedores? No
es sólo un efecto de la publicidad: al extenderse la duración del día y
experimentar un contacto más prolongado con la luz solar, nuestro organismo
comienza a producir feromonas, oxitocina, noradrenalina y dopamina: hormonas
que influyen positivamente en nuestro estado de ánimo, nos invitan a hacer
actividad física y a pasar más tiempo al aire libre. Todas estas actividades, a
su vez, favorecen la producción de endorfinas, hormonas que funcionan como un
opiáceo y analgésico natural.
La primavera, en toda su exuberancia y riqueza de luz,
aromas y colores, produce una verdadera revolución hormonal que
mejora nuestro estado de ánimo, aumenta el deseo y el placer sexual y nos
predispone a realizar actividades que percibimos como gratificantes. Todos
estos estímulos, sin embargo, se producen en un período generalmente muy corto
y pueden producir efectos diversos en distintos organismos y
personalidades. Para algunos, se trata de una verdadera liberación
física y emocional: experimentan entonces lo que se denomina ‘euforia
primaveral’ y no ven la hora de salir de la oficina para tomar sol en
el parque. Para otros, sin embargo, el cambio brusco puede producir una
sensación de tristeza y melancolía que invade todos los ámbitos de la vida: son
quienes sufren de una ‘astenia primaveral’.
Para evitar ambos extremos, y las sensaciones de
frustración y encierro que pueden generar, te proponemos algunos consejos para
una transición estacional progresiva:
– Administrá la energía que la nueva estación
te brinda. Aunque te sientas con más fuerza y mejor estado de ánimo, tu
cuerpo sigue teniendo los límites físicos de siempre. Muchas veces nos llenamos
de nuevas actividades y programas: volvemos al gimnasio, empezamos algún curso,
retomamos un hobbie que teníamos abandonado, salimos más con nuestros amigos,
cumplimos compromisos atrasados. Es importante que te enfoques en aquello que
realmente querés hacer sin sobreexigirte para no caer en un estado de cansancio
y falta de concentración que te producirá el efecto opuesto.
– Comé inteligentemente. En invierno
ingerimos alimentos más calóricos que nos permiten enfrentar el frío y generar
la energía que no podemos recolectar del sol y las actividades físicas. En
primavera comienza la época de comidas más livianas, aprovechando las frutas y
verduras de estación que la naturaleza nos regala. Es momento de reducir el
consumo de azúcar procesado, comer alimentos de fácil digestión y beber
abundante agua que nos permita reponer los líquidos que nuestro cuerpo,
naturalmente, consume.
– Dormí de siete a ocho horas diarias.
Durante el sueño consolidamos nuestros recuerdos y aprendizajes, disminuimos el
trabajo constante del corazón y reajustamos, en términos generales, nuestro
sistema biológico. A veces la tentación de ‘aprovechar el día’ nos hace
disminuir las horas de sueño que, en realidad, necesitamos para disfrutarlo al
máximo.
– Planeá y pensá los cambios de manera gradual.
Ya sea que consideres cambiar de trabajo o comenzar una dieta, la euforia
primaveral nos lleva muchas veces a tomar decisiones drásticas o poco
meditadas. No dejes que las hormonas tomen el control y, en cambio, tomate un
tiempo al sol para meditar sobre tus próximos pasos.
– Cuidado con el sol. Aunque parece
inocuo, y contribuye a que sintamos ese bienestar general propio de la
estación, el sol comienza a hacer sentir sus emisiones ultravioletas en nuestra
piel y cabello. Si vas a empezar a tomar sol, no dejes nunca de ponerte
protector treinta minutos antes: es mejor un bronceado gradual y uniforme que
quemarte y resecar tu piel en poco tiempo. Una buena wp_posts es que en
primavera se reduce la producción de caspa al cambiar las condiciones
climáticas generales; si tenés cabello frágil, sin embargo, es muy probable que
se quiebre con más facilidad e incluso que quede alguno en el peine o el
cepillo.
¿Alergias? A
prepararse
Cualquier persona que sufre una alergia sabe
lo que debe hacer para prevenirla: evitar el alergeno.
Claro, esto es fácil cuando nos perjudica un alimento, un ingrediente; algo que
podemos aislar y evitar. En el caso de la alergia al polen, sin embargo, la
sustancia que nos perjudica está suspendida en el aire y no podemos evitarla.
Sí podemos, en cambio, minimizar sus efectos:
– Tomá el antihistamínico que tu médico te
haya indicado con la posología prescripta. Como siempre, debemos
evitar automedicarnos y, en cambio, seguir el consejo médico. Si podés, es
recomendable tomarlo por la noche, porque a menudo provoca somnolencia.
– Usá anteojos de sol en el exterior para
evitar el contacto del polen con los ojos, que produce irritación y picazón.
– Existen filtros de polen para el aire
acondicionado que pueden mejorar la situación en ambientes cerrados.
– Evitá los lugares demasiado arbolados o en
los que haya una gran concentración de polen. A menudo puede ser
conveniente viajar en el auto con las ventanillas cerradas.
– Es mejor la noche para ventilar la casa,
puesto que por la mañana es cuando hay más cantidad de polen en el aire.
– Lavá tus ojos y nariz con frecuencia,
puesto que el agua fresca te producirá una sensación de alivio.
No hay que desanimarse por las alergias. La primavera
es una época de cambio y nacimiento y es conveniente estar preparados para
disfrutarla al máximo.
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