La ciencia avanza en la resolución de los problemas que aquejan a la humanidad. En el día mundial del Alzheimer (21 de septiembre) te contamos algunos avances en los estudios que buscan aprender más sobre sus causas y posibles tratamientos.
Mal de Alzheimer
El mal de Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa progresiva y es la causa más frecuente de demencia. Se caracteriza fisiológicamente por la acumulación anómala de dos proteínas que desencadenan daño sináptico, neuroinflamación y atrofia cerebral. Su origen es multifactorial, es decir que no tiene una única causa determinada. En el
desarrollo del mal de Alzheimer influyen la edad, la genética y otros factores vasculares y ambientales.
Las señales iniciales suelen ser sutiles: olvidos de hechos recientes, mayor esfuerzo para encontrar palabras, dificultades para organizar tareas o para ubicarse en lugares conocidos. También pueden darse cambios en la conducta: como mayor apatía o irritabilidad. Ante las consultas, los médicos suelen indicar diferentes estudios para evaluar a cada paciente.
El diagnóstico del mal de Alzheimer combina la historia y evaluación neuropsicológica con estudios complementarios. Además de la resonancia magnética, hoy existen biomarcadores que “muestran” la patología: como punciones de líquido cefalorraquídeo y tomografías por emisión de positrones. Una novedad en el campo es el desarrollo de estudios que pueden
evaluar el Alzheimer a partir de análisis de sangre. Recientemente, en una investigación publicada en la revista Nature, se muestra que un biomarcador plasmático alcanza una precisión cercana al 90–95% para identificar la patología de Alzheimer. El porcentaje de acierto es comparable o incluso superior a otras pruebas más complejas. Esto abre la puerta a diagnósticos menos invasivos y más accesibles.
Nuevos tratamientos
En los últimos años se han desarrollado nuevos tratamientos para abordar el mal de Alzheimer. Una novedad importante es el uso de anticuerpos que actúan contra la proteína amiloide, en las etapas iniciales del Alzheimer. En 2024 en Estados Unidos se aprobó el donanemab (Kisunla) que se aplica una vez por mes y puede suspenderse si los estudios muestran que la proteína amiloide desapareció del cerebro. Sin embargo, este tratamiento necesita un control médico cercano porque puede causar efectos adversos como inflamación o pequeños sangrados cerebrales.
Lecanemab (Leqembi) es otro anticuerpo aprobado para las etapas iniciales del Alzheimer. En estudios clínicos se mostró que puede frenar de manera moderada el avance de la enfermedad durante un año y medio, reduciendo además la cantidad de proteína amiloide en el cerebro.
Además hay investigaciones que se orientan a estudiar cómo avanza la enfermedad y qué causa en el cerebro. En la región, equipos del CONICET caracterizaron por primera vez en población argentina perfiles inflamatorios que acompañan la progresión del Alzheimer. Esto refuerza la idea de que la neuroinflamación es un motor clave de la enfermedad y un blanco
terapéutico promisorio.
Gracias a estas investigaciones, hoy el diagnóstico puede ser más temprano y certero, a la vez, los tratamientos podrán enlentecer el deterioro y mejorar la calidad de vida.