Al estrés posvacacional se suma el bajón del otoño: la temperatura cae, caen las hojas, el ánimo decae. Te damos algunos consejos para pasar la estación de las hojas secas.
¿Volviste de vacaciones y todavía no te podés enganchar con la vida cotidiana? Cerca del 35% de las personas se siente cansada, apática, falta de concentración y somnolienta al volver al trabajo
después de las vacaciones. ¡Y encima ya es otoño! Nos lleva diez o quince días adaptarnos nuevamente a la rutina, un proceso psicológico pero también fisiológico para el que conviene estar preparados.
Y además está el otoño, que es una de las estaciones de transición por excelencia. Desciende la temperatura, se acortan los días. El tiempo se vuelve húmedo y templado, favoreciendo el desarrollo de virus y bacterias. Nuestro cuerpo consume más energía para defenderse del descenso de la temperatura; si no nos alimentamos adecuadamente, este gasto energético disminuye nuestras defensas frente a esos virus y bacterias. Los ambientes permanecen más tiempo cerrados, dejamos de ir a plazas y parques para encontrarnos en bares o nuestras casas: son las condiciones ideales para contagiarnos una gripe o reactivar las alergias que pudimos mantener a raya
durante el verano.
Algunos se preocupan por pasar el invierno. Nosotros te damos algunos consejos para pasar el otoño.
– Alimentación. Es fundamental que modifiques la alimentación liviana del verano a las necesidades de la nueva estación. Prepará la cuchara para comer sopas, cazuelas y legumbres. Es la
época de los cítricos: naranjas, mandarinas y pomelos. Los lácteos te aportarán proteínas y te ayudarán a producir vitamina D, al igual que la carne roja. Y no olvides cuidar tu digestión: al ser las comidas más pesadas, vas a necesitar de más tiempo y más tranquilidad para incorporarlas. Podés ayudar a este proceso destinando un tiempo de calidad y tranquilidad para el almuerzo y la cena,
incluyendo algún té o infusión digestiva después de la comida.
– Actividad física. Cuando empezamos el año nos llenamos de buenos propósitos, incluyendo la actividad física. Salís a caminar, practicás algún deporte, salís a correr. Que el otoño no te
detenga: mientras el tiempo acompañe, mantené la actividad al aire libre; cuando el clima sea adverso, inscribirte en un gimnasio o pileta climatizada puede ayudarte a sostener un buen hábito de vacaciones que solemos perder a nuestro regreso.
– La casa. Mantené limpia y ventilada tu casa, tu oficina y todos los ambientes cerrados en los que estás habitualmente. La acumulación de polvo, ácaros y hongos puede desatar alergias
que, si no son graves, son decididamente molestas y fáciles de prevenir.
Asimismo, la aglomeración de gente en espacios cerrados favorece la transmisión de enfermedades virósicas, sobre todo respiratorias. El otoño es una buena época para aplicarse la vacuna antigripal.
El descanso
Algunos aprovechan las vacaciones para dormir mucho. Otros, para dormir poco. En cualquier caso, cuando volvemos a la rutina cotidiana tenemos todavía esos hábitos corridos y nos cuesta sincronizarnos con el ritmo laboral. Es fundamental que privilegies el descanso, es decir, un sueño reparador que te permita reponer energía, fortalecer las conexiones neuronales, proteger el corazón y reducir las probabilidades de deprimirse.
Para descansar bien es clave:
– Mantener horarios fijos y una rutina:
acostarse y levantarse a la misma hora todos los días permite al cuerpo acostumbrarse; de esta manera, nos dormimos más rápido y nos levantamos más descansados y de mejor humor.
– Tener un ambiente adecuado: una habitación silenciosa y oscura, pocos objetos a tu alrededor; el teléfono y la tele, apagados. En fin, conviene preparar el lugar en el que vamos a descansar
para que nada nos distraiga y nos impida conciliar o mantener el sueño que necesitamos.
– Evitar las bebidas alcohólicas. El alcohol es un depresor del sistema nervioso: es por eso que produce una rápida somnolencia. Sin embargo, el efecto dura poco tiempo; una vez pasado, nos
despertaremos varias veces en la noche. A pesar de que parece que nos ayuda a dormir, en verdad produce lo contrario.
– Dormir una siesta: no todo el tiempo, no muy largas. Unos 20 minutos es la duración ideal de una siestita reparadora que nos ayude a terminar bien el día sin que nos cueste dormirnos
por la noche.
En fin, como cada estación, el otoño tiene sus reglas, sus ventajas y sus contras. Es una época de transición que nos acompaña en un período de transición; a menudo podemos encontrar tiempo para pensar hacia dónde estamos yendo, cuáles son los proyectos que podremos llevar a cabo
este año, con quiénes queremos realizarlos. Con el avance de los meses, caen las hojas y cae nuestro ánimo: nos sentimos desnudos, tristes y frágiles como los árboles. A no desesperarse: allí adelante está la primavera.
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