A veces la ciencia responde a problemas tan prácticos y tan concretos
que no parece ciencia. Este es el caso de la investigación de los psicólogos
sociales LiubaBelkin y Maryam Kouchaki, que se preguntaron:
¿influye la temperatura ambiente en nuestra voluntad de ayudar a los demás?
Para responder a esta
pregunta, los científicos reunieron dos grupos de estudiantes de su propia universidad en dos salas acondicionadas de manera
diferente: una más fresca y otra un 15% más calurosa. Los instructores del
experimento pidieron a cada grupo que completara un formulario para “una
organización sin fines de lucro que ayuda a niños y personas en situación de
pobreza en nuestra comunidad”. Los resultados fueron elocuentes: sólo el 64% de
quienes estaban en la sala más calurosa contestaron al menos una pregunta,
mientras que el 95% de quienes estaban en la más fresca lo hicieron.
Estos resultados fueron congruentes con otros ya
conocidos a través de estudios anteriores, como el realizado en una cadena de
comercios minoristas rusos en los que menos del 50% de los empleados
interactuaba activa y atentamente con los clientes en situaciones de calor, aún
cuando ello les acarreaba un potencial perjuicio económico.
En ambos casos se llegó a un resultado
semejante: efectivamente, la temperatura ambiente influye en los estados
internos del individuo, sus reacciones emocionales y su conducta.
Aunque la razón por la cual se produce esta
influencia no está todavía clara, los científicos observaron que incluso
cambios muy leves de temperatura influían en la disposición a ayudar a los
demás (o dejar de hacerlo) de los individuos estudiados. Este es un dato que
conviene que todos, trabajadores y empleadores, tengamos en cuenta para evaluar
nuestras condiciones de trabajo: una temperatura agradable no sólo nos hace
sentir mejor, sino que nos ayuda a tratar mejor y ayudar a los demás.
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