El cuidado de la boca
tiene efectos insospechados en nuestra salud general: datos a tener en cuenta
sobre la alimentación, el cepillo y otros temas relacionados.
Todos sabemos que tenemos que cepillarnos los dientes después de cada comida.
¿Lo hacemos? ¿Después del desayuno? ¿Después de almorzar en el trabajo? A
menudo olvidamos una parte esencial de los hábitos que nos hacen estar más saludables:
el cuidado de nuestra salud bucal.
– La alimentación es tan importante como el cepillado para prevenir la
caries. Incluso más, para algunos expertos. La acidez de la dieta y la
frecuencia de exposición al azúcar tienen efectos devastadores sobre los
dientes: el momento inmediatamente posterior a comer cualquier cosa eleva los
niveles de acidez en la boca, provocando las reacciones químicas que llevan a
la caries dental. Es por ello que es muy importante evitar “picotear” entre comidas
y, en caso de hacerlo, conviene ingerir alimentos sin azúcar, tomando abundante
agua para ayudar a la boca a mantener los niveles seguros de acidez. En cuanto
al azúcar, especialmente la refinada y la contenida en alimentos
manufacturados, debe ser restringida en nuestra dieta si queremos proteger nuestra
dentadura.
– Menos puede ser mejor que demasiado. ¿Es necesario
cepillarse muchas veces al día? Los expertos señalan que el exceso de cepillado
puede ser perjudicial para la dentadura, puesto que podemos dañar el esmalte y
las encías, sobre todo si lo hacemos con un exceso de fuerza. También es
necesario evitar los enjuagues bucales con alcohol o con contenido de azúcar,
que pueden producir el efecto opuesto al buscado. En cambio, es recomendable
cepillarse los dientes dos veces por día, durante unos dos o tres minutos,
prestando atención a cubrir toda la dentadura con un movimiento suave y seguro
que incluya las encías y los espacios interdentales.
– El mejor cepillo no tiene que ser el más moderno. No hace
falta que selecciones tu cepillo entre los más caros, los más vistosos o los
más sofisticados. Es recomendable que tenga cerdas de buena calidad, con una
dureza media y un tamaño parejo. Debemos cambiarlo periódicamente, cada dos o
tres meses, cuando se ha ablandado tanto que no permite limpiar los espacios
entre los dientes. No hay verdaderas diferencias entre los cepillos comunes y los
cepillos eléctricos, siempre y cuando uno lo haga a conciencia. No dejes de
consultar con un odontólogo acerca de las técnicas más adecuadas de cepillado y
cuidado de tu dentadura.
– ¿Tienen que cepillarse los niños? ¡Sí! Aunque sus dientes de
leche sean luego reemplazados por los definitivos, el cepillado desde una edad
temprana tiene una serie de ventajas. En primer lugar, ayuda a crear el hábito,
lo cual hará más fácil y natural el cuidado de la boca cuando crezca. En
segundo lugar, algunas enfermedades de las encías y las mismas caries pueden
desarrollarse durante la niñez, afectando la dentadura sin importar si se trata
de dientes de leche o definitivos. Es importante que empleen cepillos de cerdas
suaves y que los adultos les enseñen y repasen el cepillado dos veces al día.
– ¿El mal aliento depende del dentífrico? No. Aunque el
dentífrico que empleamos tenga un buen aroma, la verdad es que en poco tiempo
se va por factores naturales y el mal aliento puede persistir. Entre sus
principales motivos se destacan los alimentos con altos contenidos de azufre,
la sequedad bucal, la acumulación de bacterias y hasta problemas estomacales.
En suma, la alimentación balanceada y la consulta médica son más importantes,
para evitar el mal aliento, que el uso de dentífricos aromáticos.
Esperamos que esta nota te haya ayudado a tomar conciencia de la importancia de
los pequeños hábitos para el cuidado de la boca. Ahora, ¡a cepillarse!
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